Los mejores cuentos policíacos de Akashic Noir
Selección y prólogo de Johnny Temple
Un día yo buscaba libros de Joyce Carol Oates en la base de datos de la biblioteca y me salió este título. Lo presté al ver que era una antología de relatos policíacos. Desde hace un tiempo para acá vengo leyendo mucho del género, tanto novela como cuento. Ya he leído a unos cuantos clásicos; a Hammett, a Goodis, a Caín. A Carol Oates la leí por primera vez en una antología llamada American Noir, editada por Otto Penzler y James Ellroy. (En esa antología conocí a varios titanes contemporáneos, empezando por el mismo Ellroy, siguiendo con Lehane, Block, etcétera. Estoy hablando sólo de autores norteamericanos). La escritura de Carol Oates me pareció entonces artística, delicada.
En Vivir y morir en USA volví a encontrar a D. Lehane, a L. Block y a Carol Oates; a los demás no los conocía. Lo que más me cautiva de un texto es su originalidad, en la forma y en el fondo. Desafortunadamente casi todos los cuentos de esta colección, a excepción del de Oates, parecen escritos por un mismo autor. El estilo es prácticamente el mismo. Lo que cambia es la historia y, no obstante, todas tienen algo en común. Bueno, todas no; no puedo decirlo porque sólo leí la mitad de los relatos. Los que leí tienen en común el asesinato, el crimen, y quien lo comete goza de impunidad, aunque no siempre se libra, como en el caso de Mulholland Dive, de Michael Connelly. En ese cuento un tipo se dedica a convencer a mujeres incautas de asesinar a sus maridos adinerados. Los maridos terminan accidentados mientras van manejando por la carretera.Todo está planeado por el tipo, que les hace un trabajo a sus carros para que fallen en determinado momento; las esposas le pagan por el trabajo y como este está bien hecho, no hay sospechas de la ley. Sin embargo, el fin del tipo llega también con un accidente en la carretera. Su carro se vuelca y cae en un agua. Una suerte de justicia divina.
En otros cuentos el criminal es ajusticiado por la autoridad. Pero no me pondré a hablar a fondo de lo que leí. Por otro lado, todos los cuentos están por secciones, es decir, por tema; y cada sección trata el mismo tema pero en los cuentos se aborda desde puntos de vista diferentes.
En Vivir y morir en USA volví a encontrar a D. Lehane, a L. Block y a Carol Oates; a los demás no los conocía. Lo que más me cautiva de un texto es su originalidad, en la forma y en el fondo. Desafortunadamente casi todos los cuentos de esta colección, a excepción del de Oates, parecen escritos por un mismo autor. El estilo es prácticamente el mismo. Lo que cambia es la historia y, no obstante, todas tienen algo en común. Bueno, todas no; no puedo decirlo porque sólo leí la mitad de los relatos. Los que leí tienen en común el asesinato, el crimen, y quien lo comete goza de impunidad, aunque no siempre se libra, como en el caso de Mulholland Dive, de Michael Connelly. En ese cuento un tipo se dedica a convencer a mujeres incautas de asesinar a sus maridos adinerados. Los maridos terminan accidentados mientras van manejando por la carretera.Todo está planeado por el tipo, que les hace un trabajo a sus carros para que fallen en determinado momento; las esposas le pagan por el trabajo y como este está bien hecho, no hay sospechas de la ley. Sin embargo, el fin del tipo llega también con un accidente en la carretera. Su carro se vuelca y cae en un agua. Una suerte de justicia divina.
En otros cuentos el criminal es ajusticiado por la autoridad. Pero no me pondré a hablar a fondo de lo que leí. Por otro lado, todos los cuentos están por secciones, es decir, por tema; y cada sección trata el mismo tema pero en los cuentos se aborda desde puntos de vista diferentes.
l. La sombra de la justicia
Rescate animal, por Dennis Lehane
El informante encubierto, por George Pelecanos
La firma de libros, por Pete Hamill
Corre y besa a papá, por Joyce Carol Oates
Escoria, por Jerome Charyn
ll. Valores americanos
Fantástica Alicia, por Maggie Estep
Cuando esto era Bay Ridge, por Tim McLoughlin
Loco por ti, por Barbara DeMarco-Barrett
Zarigüeya, por Karen Karbo
lll. Carreteras rabiosas
Mulholland Dive, por Michael Connelly
No podíamos dejar de mirarla, por Megan Abbott
Transporte público, por Lee Child
De paseo, por James W. Hall
Segunda oportunidad, por Elyssa East
lV. Seguridad nacional
Después de treinta días, por Don Winslow
Extrañando a Gene, por J. Malcom García
El saqueo, por Julie Smith
La prisión, por Domenic Stansberry
El ayudante, por Joseph Bruchac
Sencillo como el ABC, por Laura Lippman
El frasco rojo como la rosa, por Pir Rothenberg
V. Bajo influencia de drogas
Amapola, por Luis Alberto Urrea
La zona neutral, por Kate Braberman
El tik, por John O'Brien
Lighthouse, por S. J. Rozan
Mendigos, por William Kent Krueger
Vl. Justicia callejera
Vic primaveral, por T. Jefferson Parker
Promesa de tulipanes, por Bharti Krichner
Si no puedes con el calor..., por Lawrence Block
El primer caso de Phelan, por Lisa Sandlin
Un bonito lugar para ir de visita, por Jeffery Deaver
Demasiado cerca de lo real, por Jonathan Safran Foer
Me gustó bastante el de Hall. Demasiado cerca de lo real es muy bueno, excelente la manera sencilla que utiliza su autor para mostrar el concepto de "valle inquietante" y meternos de lleno en la historia. En el texto de Maggie Estep, la protagonista, Alicia, se gana la vida con las carreras de caballos (lo curioso: el cambio que se da en ella cuando ve que el novio, al cual no quería, mata a aquel viejo), es una apostadora profesional, me recordó a Bukowski. El frasco rojo como la rosa y su referencia a Poe también me gustó.
De paseo, por James W. Hall
Segunda oportunidad, por Elyssa East
lV. Seguridad nacional
Después de treinta días, por Don Winslow
Extrañando a Gene, por J. Malcom García
El saqueo, por Julie Smith
La prisión, por Domenic Stansberry
El ayudante, por Joseph Bruchac
Sencillo como el ABC, por Laura Lippman
El frasco rojo como la rosa, por Pir Rothenberg
V. Bajo influencia de drogas
Amapola, por Luis Alberto Urrea
La zona neutral, por Kate Braberman
El tik, por John O'Brien
Lighthouse, por S. J. Rozan
Mendigos, por William Kent Krueger
Vl. Justicia callejera
Vic primaveral, por T. Jefferson Parker
Promesa de tulipanes, por Bharti Krichner
Si no puedes con el calor..., por Lawrence Block
El primer caso de Phelan, por Lisa Sandlin
Un bonito lugar para ir de visita, por Jeffery Deaver
Demasiado cerca de lo real, por Jonathan Safran Foer
Me gustó bastante el de Hall. Demasiado cerca de lo real es muy bueno, excelente la manera sencilla que utiliza su autor para mostrar el concepto de "valle inquietante" y meternos de lleno en la historia. En el texto de Maggie Estep, la protagonista, Alicia, se gana la vida con las carreras de caballos (lo curioso: el cambio que se da en ella cuando ve que el novio, al cual no quería, mata a aquel viejo), es una apostadora profesional, me recordó a Bukowski. El frasco rojo como la rosa y su referencia a Poe también me gustó.