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sábado, 20 de abril de 2019

Vivir y morir en USA. Los mejores cuentos policíacos de Akashic Noir

Los mejores cuentos policíacos de Akashic Noir
Selección y prólogo de Johnny Temple

Un día yo buscaba libros de Joyce Carol Oates en la base de datos de la biblioteca y me salió este título. Lo presté al ver que era una antología de relatos policíacos. Desde hace un tiempo para acá vengo leyendo mucho del género, tanto novela como cuento. Ya he leído a unos cuantos clásicos; a Hammett, a Goodis, a Caín. A Carol Oates la leí por primera vez en una antología llamada American Noir, editada por Otto Penzler y James Ellroy. (En esa antología conocí a varios titanes contemporáneos, empezando por el mismo Ellroy, siguiendo con Lehane, Block, etcétera. Estoy hablando sólo de autores norteamericanos). La escritura de Carol Oates me pareció entonces artística, delicada.

En Vivir y morir en USA volví a encontrar a D. Lehane, a L. Block y a Carol Oates; a los demás no los conocía. Lo que más me cautiva de un texto es su originalidad, en la forma y en el fondo. Desafortunadamente casi todos los cuentos de esta colección, a excepción del de Oates, parecen escritos por un mismo autor. El estilo es prácticamente el mismo. Lo que cambia es la historia y, no obstante, todas tienen algo en común. Bueno, todas no; no puedo decirlo porque sólo leí la mitad de los relatos. Los que leí tienen en común el asesinato, el crimen, y quien lo comete goza de impunidad, aunque no siempre se libra, como en el caso de Mulholland Dive, de MichaeConnelly. En ese cuento un tipo se dedica a convencer a mujeres incautas de asesinar a sus maridos adinerados. Los maridos terminan accidentados mientras van manejando por la carretera.Todo está planeado por el tipo, que les hace un trabajo a sus carros para que fallen en determinado momento; las esposas le pagan por el trabajo y como este está bien hecho, no hay sospechas de la leySin embargo, el fin del tipo llega también con un accidente en la carretera. Su carro se vuelca y cae en un agua. Una suerte de justicia divina. 

En otros cuentos el criminal es ajusticiado por la autoridad. Pero no me pondré a hablar a fondo de lo que leí. Por otro lado, todos los cuentos están por secciones, es decir, por tema; y cada sección trata el mismo tema pero en los cuentos se aborda desde puntos de vista diferentes.


          l. La sombra de la justicia
     Rescate animal, por Dennis Lehane
     El informante encubierto, por George Pelecanos
     La firma de libros, por Pete Hamill
     Corre y besa a papá, por Joyce Carol Oates
     Escoria, por Jerome Charyn

          ll. Valores americanos
     Fantástica Alicia, por Maggie Estep
     Cuando esto era Bay Ridge, por Tim McLoughlin
     Loco por ti, por Barbara DeMarco-Barrett
     Zarigüeya, por Karen Karbo

          lll. Carreteras rabiosas
     Mulholland Dive, por Michael Connelly
     No podíamos dejar de mirarla, por Megan Abbott
     Transporte público, por Lee Child
     De paseo, por James W. Hall
     Segunda oportunidad, por Elyssa East

          lV. Seguridad nacional
      Después de treinta días, por Don Winslow
      Extrañando a Gene, por J. Malcom García
      El saqueo, por Julie Smith
      La prisión, por Domenic Stansberry
      El ayudante, por Joseph Bruchac
      Sencillo como el ABC, por Laura Lippman
      El frasco rojo como la rosa, por Pir Rothenberg

           V.  Bajo influencia de drogas
      Amapola, por Luis Alberto Urrea
      La zona neutral, por Kate Braberman
      El tik, por John O'Brien
      Lighthouse, por S. J. Rozan
      Mendigos, por William Kent Krueger

            Vl. Justicia callejera
      Vic primaveral, por T. Jefferson Parker
      Promesa de tulipanes, por Bharti Krichner
      Si no puedes con el calor..., por Lawrence Block
      El primer caso de Phelan, por Lisa Sandlin
      Un bonito lugar para ir de visita, por Jeffery Deaver
      Demasiado cerca de lo real, por Jonathan Safran Foer

Me gustó bastante el de Hall. Demasiado cerca de lo real es muy bueno, excelente la manera sencilla que utiliza su autor para mostrar el concepto de "valle inquietante" y meternos de lleno en la historia. En el texto de Maggie Estep, la protagonista, Alicia, se gana la vida con las carreras de caballos (lo curioso: el cambio que se da en ella cuando ve que el novio, al cual no quería, mata a aquel viejo), es una apostadora profesional, me recordó a Bukowski. El frasco rojo como la rosa y su referencia a Poe también me gustó. 

viernes, 19 de abril de 2019

Un asunto vulgar - Arkady Avérchenko



Ahorita leí por internet un cuento de Arkady Avérchenko -autor ruso del que apenas conozco nada- llamado "Un asunto vulgar".

La historia: por una fría calle de alguna ciudad rusa, en la noche antes de Navidad, un pintor y un escritor se dirigen a una fiesta infantil en casa de un amigo editor (probablemente la hija de este cumple años. Pero ¿es en serio?, ¿van para una fiesta infantil?). En el camino se encuentran a un niño que tirita de frío. El niño es un pobre huérfano que no tiene a nadie en el mundo, sólo la caridad de las personas de buen corazón. Al verlo, el pintor y el escritor comienzan a divagar sobre este hecho. Lo interesante de la conversación es que ellos no centran su atención en la realidad del niño. Antes de encontrarlo, el escritor venía hablándole a su amigo sobre la escritura de cuentos navideños; le decía al pintor que los cuentos de Navidad eran difíciles de hacer. Porque, según él, había que desarrollar un tema vulgar, un tema en el que episodios trágicos de la vida apelaran al sentimentalismo para hacernos condoler, cosa que miraba con extrema reticencia. El asunto vulgar del cuento es la situación de aquel niño muriéndose de frío en la calle, ante la cual los personajes se muestran, por decirlo de alguna manera, "asqueados", sobre todo el escritor (el pintor le insta para ayudar al niño, pero el escritor le dice en pocas palabras: no somos las hermanas de la caridad). Y simplemente se van, dejando al pequeño en una muerte segura. Como si el hecho de ayudarlo fuese a resolver el problema. "No". Esto lo pensaría el escritor, cuya actitud, indolente y despectiva, es la característica más visible y espantosa de la gran civilización. Del hombre mismo.

Al leer "Un asunto vulgar", me fue inevitable pensar en Dostoievski, quien tiene un cuento titulado "El niño ante el árbol de Navidad". En él trata, precisamente, el tema del niño huérfano que se muere una noche en las heladas calles de Petersburgo, la víspera de Navidad. Dostoievski, por el contrario, hace que nos condolamos de su niño. Nos lleva con él a través de las sensaciones que experimenta; nos llena de tanta emotividad que uno siente el frío que él siente, su hambre, recibimos los golpes que le propinan algunas personas mientras ve por las puertas o las ventanas de las casas. Sufrimos lo que el personaje y estamos a la expectativa de lo que pueda suceder. Pero el tono fatalista del relato, las descripciones, todo, poco a poco nos va resignando, nos va anestesiando el ánimo, preparándonos para lo peor, y lo peor ocurre. El niño muere cuando se queda dormido en un lugar donde, si mal no recuerdo, hay maderos de leña. Él sueña con la madre de Jesús, que se lo lleva para el cielo y allá encuentra la compañía de otros niños ante un inmenso árbol de Navidad.

El autor de "Un asunto vulgar" se burla de esos cuentos sentimentales. Se burla de Dostoievski. Poco importan las tragedias de la gente menos desfavorecida; este tipo de historias no conmueven a personas como las que ellos, los protagonistas, conocen; personas que están arriba en la escala social. "No, más vale no contarlo. ¡Un niño que se muere de frío! ¡Qué vulgaridad! Es una cosa que no puede tomar en serio ninguna persona dotada de un poco de gusto literario". Son las palabras de Dojov, el escritor. En el cuento, Dojov había escrito ya historias de navidad, en donde podía encontrarse  ese mismo niño huérfano como protagonista. Y ahora que pasaba con Poltorakin por aquella calle lo tenían frente a sus narices, en carne y hueso. Pudieron ayudarlo y, sin embargo, no lo hicieron. ¿Por qué? Con sólo que lo hubieran contado a sus amistades, se habrían reído de ellos. ¿Por qué? ¿Dónde está lo cómico, lo increíble?

He averiguado de Wikipedia que Arkady Avérchenko, conocido como "El Rey de la Risa", fue uno de los escritores satíricos más populares de la Rusia de los años previos a la Revolución de 1917.


Temprano en la madrugada

Hace unas horas llovió. No duró mucho. Yo estaba en el primer cuarto sentado ante el computador y la fuerte brisa fría que entraba por la ve...