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sábado, 17 de febrero de 2024

Poema de forma clásica


Flor de alelí que sueñas
en el lecho de mi amor desamparado.
Un dardo en tu pecho nacarado
Tiñe de negro tus entrañas.

Como rocío que acompaña
mis mañanas, tú, mi ser libado;
como los nacientes rayos de un sol alucinado
que irrumpen por mi ventana y no la empañan,
despiertas del fulgor de una campaña,
al sueño de un amor desatinado.

jueves, 1 de febrero de 2024

Gente de bien



Nos conocieron a nosotros cuando vivíamos en el Campo, los Okan. Esa es una familia de ahí de C. que tiene plata, son gente de bien. Ellos nos buscaban, a mi hermana y a mí; nos pagaban mil pesos (me acuerdo que mil pesos era plata, comprábamos arroz, comprábamos pollo y nos quedaba), mil pesos, a las dos, para que le hiciéramos todos los oficios. A veces nos ponían a trapear dos veces porque como que quedaba mal trapeado, yo no sé jajaja. Estábamos pequeñas. Bueno, después de eso papi no nos dejó ir más, cuando ya papi consiguió trabajo, en ese entonces papi no tenía trabajo y cuando ya consiguió, nos dijo que no fuéramos más. Bueno, no fuimos más. Después, con el tiempo, Caye trabajó con ellos; después Caye se salió. Ellos se encariñaron conmigo. Entonces me buscaban. "Hey ven mijita pa' que laves los platos... Hey ven mijita pa' que me hagas el aseo..." "Bueno, sí señora." Y yo iba y me pagaban, pero eso fue ya a principios del 2000, por allá. Ya para el 2009 había pasado buen tiempo. 2009-2008, por ahí. Yo estaba estudiando administración financiera. Entonces yo cuando así los fines de semana, los sábados, ellos me buscaban. Él me fue a buscar a la casa, Okan. "Ven mijita pa' que vayas a la casa. A mi mamá no le gusta cómo lava tu mamá, a ella le gusta es cómo lavas tú." Pero era pa' exprimirme. Yo dije: "Ah bueno, yo voy." Estando allá me han sacado (pero no es nada contártelo) ¡una monda de ropa para lavar! Ellos tenían lavadora pero la ropa había que lavarla toda a mano primero y después era que se echaba en la lavadora. La señora se sentaba y revisaba que fueran bien lavados los sobacos, los cuellos y demás. Se me hizo sangre esto ve, todo esto pelao en sangre del montón de ropa que yo me lavé. Eso fue un sábado. Bueno, yo lavé mi ropa, la lavé toíta. Y tenía que abrila y recogela y dejala doblaíta. Después: "Ven mijita...", la vieja, porque tenía una maaagia, una dulzuura. "Ay mijita, no sé qué..." Yo había ido como a las cinco de la mañana, y eso fue a las cuatro 'e la tarde. Y que pa' que le hiciera el aseo, a esa hora. Bueno, hice el aseo, ran, ran, rapidito. Después me dijo y que pa' que la ayudara a cocinar la comida de la tarde, pa' que hiciera unas pastas, que yo las hacía ricas y que no sé qué... Le hice las pastas. "Bueno jeñora Carmen -se llamaba Carmen-, yo me voy porque ya es tarde." Ya eran las siete de la noche. "Yo me voy... pa' ve si... el pago." "Ay, ahora que venga Maye." Maye era la hija. "Ah bueno jeñora Carmen, entonces yo vengo mañana o más luego, por la plata." "Ah bueno mijita." Me fui. Y después volví. Me dio tres mil pesos. Yo le dije ajá y ¿esto es lo que me va a dar? "No, te vamos a dar siete mil pesos mijita pero ahora toma tres mil y mañana vienes por los cuatro mil." ¿Tú puedes creer? Más nunca fui, ni más. Yo tenía to' esto que me ardía, esto aquí, de tanto hacé así, en sangre. 

-¿Te mandaban a buscar? -le pregunté.

Me mandaron a buscar y yo les dije que no iba más pa'llá. Después conseguí un trabajo en Barranquilla. 

-¿No volviste a trabajar con ellos?

No. Entonces... Miento, sí, sí volví a trabajar ahí con ellos. Y terminé mi curso, en lo que estaba haciendo.

-¿De qué?

El de administración. Y hablé con la hija de ella, de la jeñora Carmen, pa' que me metiera a trabajá a Cootransa, pa' hacé las prácticas. Ella jue la que me metió ahí. Entonces ¿qué me dijo ella? Y que para que yo hiciera las prácticas allá, los sábados los trabajaba to' el día, y los días de semana le trabajara; o sea me puso a que le trabajara en la casa de ella, de seis a once de la mañana. Y de ahí me fuera pa' Cootransa. Así aceptó a que me diera las prácticas ahí. Supongo que trabajé tres meses en Cootransa, haciendo las prácticas, porque ella me palanqueó, claro. Pero primero me sacó el jugo... Desgraciados, son unos malparidos. Entonces yo antes de irme para Cootransa trabajaba donde ellos, les hacía aseo, el almuerzo y to' esa maricá. Y ella venía a almorzar. Esa llegaba a almorzar a C.; como no pagaba pasaje... Y yo tampoco pagaba pasaje. Y así sucesivamente. Esa gente es mala clase, unos malparidos. Después cuando ya yo me salí de Cootransa, que ya... yo trabajé...

-¿Por qué te saliste?

Porque hicieron un recorte de personal. O sea, no me salí. Después me llamaron a trabajar otra vez, pero ya yo estaba trabajando en Barranquilla y no tenía teléfono. O sea me fueron a buscar a la casa; y como no tenía ni medios pa' comunicarme con Caye...

-Hubieses queda'o mejor ahí, ¿ah?

Ajá. Pero entonces yo vine fue un sábado y cuando jui allá a Cootransa, ya no, ya tenían el puesto ocupa'o.

-Qué charada.

Entonces (después de eso yo ya estaba en Barranquilla), me buscaron pa' trabajá. Dizque: vente pa'cá, que vas a estar aquí mismo, que ta ta ta ta. Yo estaba bonita, porque estaba en la ciudad, 'magínate. No es por nada pero Barranquilla a mí me pone bonita. Y entonces me dice y que, ¿cuánto te estás ganando ahí? Me acuerdo que le dije una exageración, que me ganaba no sé cuántos, que si estaban dispuestos a pagarme eso yo me venía a trabajá con ellos. No aceptaron. Creo que fueron ochocientos que les dije, cuando ochocientos era plata. "¿Tú te ganas ochocientos?" "Sí señor, cuidando un niñito nada más." Verdá. No me ganaba lo que les dije a ellos, me ganaba eran cuatrocientos, na' más por cuidá al mero niñito, y ni dormía con él ni ná, a Juan Sebastián. Y me llevaban a pasear pa' to's la'os. Y yo no lavaba no cocinaba, nada, na'más era estar pendiente detrás del pelaíto. Ya es que iba a dejá ese trabajo de allá pa' venirme a que me pelaran las manos, y por una miseria. Esos hijueputas me castigaron lavando un montón de ropa. Eran maldiáticos. Cuando uno iba a lavá le sacaban hasta lo que no tenían sucio. Y ¿tú crees que eso no es maldá, de hacé que lavara a mano pa' después lavarlo en la lavadora? Pa' eso mejor que se lavara a mano y ya o en la lavadora. Revisaba, mi amor. Las camisas las cogía así ve, la vieja, y las olía. "Esto huele a feo todavía, esto no sé qué..." Haga usté su mierda, nojoda. Pa' dame siete mil pesos, y damelos mingueados. No sea marica. Y cuando trabajaba con ellos querían que yo fuera a dormir allá, cógetelas. 

-¿Y tú ibas?

'Ira. Unos malparidos que eran. Pa' sacame el jugo hasta las doce, once la noche. Ah, que yo fuera a dormí allá.

-Te decía la viejita.

Sí. Pero es que tú la hubieras visto. "Mamita, mi amor, mi reina..." Así, ella trataba así. Yo por eso no confío en palabras dulces. Las palabras dulces son, nojoda, un veneno. Ella trataba así, y lo mismo los varones, todos, ellos todos trataban así.

Temprano en la madrugada

Hace unas horas llovió. No duró mucho. Yo estaba en el primer cuarto sentado ante el computador y la fuerte brisa fría que entraba por la ve...