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lunes, 3 de abril de 2023

Un remedio contra el bullyn


Hijo:

Defiéndete; con puños y patadas, con lo que sea. Y si los profesores te dicen, como me dijo un mediocre académico cuando yo estudiaba el bachillerato allá en el pueblo: "Es que tienes que ser tolerante", escúpeles la cara. Nada de tolerancia con los malos. Que te expulsen. No importa. Se busca otro colegio. Pero no te dejes nunca, y pega primero, muy duro, que el que pega primero pega dos veces. Arma la guerra. No importa. Aquí está tu padre para ayudarte a que seas fuerte.

O puedes tomarlo calmadamente y parecer un cobarde, o serlo.


sábado, 1 de abril de 2023

Los negros que tienen los ojos rojos

(Proyecto para cuento de alrededor de 15 pág. Título tentativo: El kiosco)

En Bajo del Tigre, vereda escarpada ubicada en el norte de Bolívar, cerca de Pasacaballo, el Chévere (así le decían a un maestro de la vida que parecía un diablo con su esbelta figura y su sombrero y sus ojos grises) y yo hicimos un kiosco de palma con madera de teca en una finca, allá por el 2015. Yo___Los que la cuidaban no eran oriundos del lugar, eran unos jóvenes de por allá de Sucre o Córdoba, ya no recuerdo, quienes decían que la tierra de aquí era dura y áspera para sembrar, a diferencia de la de donde ellos procedían, que era suave y muy fértil. Sus hijos pequeños tenían un muñeco negro, gordito, un bebé de raza negra cuyos ojos eran de un rojo acristalado, el cual me era indiferente. Sin embargo, al Chévere le hacía mucha gracia el muñeco de chocolate con los ojos rojos. Se reía y lo cargaba como si fuese un bebé real y simpático mientras repetía: "El negro de ojos rojo' es flojo". No dejaba de parecerme curiosa la observación. Le guardo aprecio al Chévere, donde quiera que se encuentre; él se echaba al hombro, fresquecito, como si de plumas de ganso se tratasen -claro, debido a la experiencia- esos largos y pesados troncos de teca con los que yo casi no podía, haciéndome sudar la gota GORDA.


Temprano en la madrugada

Hace unas horas llovió. No duró mucho. Yo estaba en el primer cuarto sentado ante el computador y la fuerte brisa fría que entraba por la ve...