Era como si yaciese sobre una nube, no había en mi cabeza un solo pensamiento que me atormentara el alma o la pusiera feliz. No sentía mi cuerpo ni lo que lo sostenía, era una sensación de liviandad, de vacío espiritual; mi mente estaba en blanco, lo cual es raro en mí, yo, que siempre ando imaginándome cosas.
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