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miércoles, 30 de mayo de 2018

Los días en que ocurren cosas extraordinarias


Una noche de sábado, estando en el Centro de la ciudad, sentado en una plataforma de concreto al borde de una plaza, vi a un señor con aspecto de vagabundo que irrumpió a través de esta y se plantó en medio. El tipo tenía una hoja de periódico en la mano, y de repente comenzó a extenderla en el aire para luego hacer gestos fuertes y precisos con el brazo, gestos cómicos; los acompañaba con siseantes sonidos de su boca. Y a pesar de la burla que su histrionismo suscitaba en el público, él siguió con la interpretación totalmente concentrado y serio. Sus burdos movimientos provocaban la risa en muchos de los que lo veíamos. Parecía sólo la mera y vulgar actuación de un loco de calle. Luego dobló el papel periódico en forma de ramo de flores y metió por el hueco de arriba unas latas de cerveza vacías. Efectuó de nuevo los potentes movimientos con el brazo, siseando, y cual no fue la sorpresa al ver que las latas de cerveza habían desaparecido cuando desplegó el papel. Esto sumió a toda la plaza en un silencioso estupor. Ya no nos reíamos; estábamos asombrados. Lo más impresionante fue lo del cigarrillo. Puso uno en el suelo, luego lo cogió, se lo llevó a la boca y dio unas cuantas caladas. A continuación vimos que su boca, en una mueca rápida, se comió el cigarrillo; todos vimos cómo lo masticaba; una muchacha que estaba cerca le dio una cerveza, y él se tomó un buche. Lo más increíble fue que, luego de desafiar las leyes naturales de la física, hiciera aparecer el cigarrillo intacto, prendido, en su boca. Cuando terminó recogió dinero, y hasta se puso a cantar para un grupito de amigos que le dio un billete de $10.000. Su canto no era lo mejor del mundo: tenía la voz gruesa y rasposa. Pero muchos se pusieron a su alrededor y lo aplaudían. Había despertado tanta emoción e hilaridad, que algunos de los del grupito se colocaron detrás de él para bailar al son de su canto; un señor con un tarro a manera de tambor y un vendedor de alhajas con una especie de percusión en la mano se habían acercado para acompañarlo. Tal era su capacidad de atracción. Luego, al terminar, se escabulló entre la gente y se fue. Algunos vimos cuando se alejaba, contando el dinero recogido.

Eso ocurrió a las once de la noche aproximadamente. Me quedé allí un rato más. Luego me dirigí a la playa y allá me senté en una silla playera frente al mar oscuro, escuchando las olas, viendo a lo lejos, a mi derecha, las luces de la ciudad. En la madrugada, cuando ya iba a amanecer, regresé a casa.


Ahora veamos este capítulo de los Evangelios apócrifos, titulado Gorriones hechos con barro:

1. El niño Jesús, de cinco años de edad, jugaba en el vado de un arroyo, y traía las aguas corrientes a posar, y las tornaba puras en seguida, y con una simple palabra las mandaba.
2. Y, amasando barro, formó doce gorriones, e hizo esto un día de sábado. Y había allí muchos niños que jugaban con él.
3. Y un judío, que había notado lo que hacía Jesús, fue, acto seguido, a comunicárselo a su padre José, diciéndole: He aquí que tu hijo está cerca del arroyo, y, habiendo cogido barro, ha compuesto con él doce gorriones, y ha profanado el sábado.
4. Y José se dirigió al lugar en que estaba Jesús, lo vio, y le gritó: ¿Por qué haces, en día de sábado, lo que no está permitido hacer? Pero Jesús, dando una palmada, y dirigiéndose a los gorriones, exclamó: Volad. Y los pájaros abrieron sus alas, y volaron, piando con estruendo.
5. Y los judíos quedaron atónitos con este espectáculo, y fueron a contar a sus padres lo que habían visto hacer a Jesús.


Un fragmento de Sexus, novela escrita por Henry Miller, dice:

"Así pues, era sábado por la mañana, y para mí el sábado ha sido siempre el mejor día de la semana. Vuelvo a sentirme vivo, cuando otros están muriéndose de cansancio; para mí la semana comienza el día de descanso de los judíos." p., 5. Editorial Seix Barral.


Todo esto no ha hecho más que despertar mi curiosidad. En el día sábado suelen acontecer cosas extraordinarias. ¿Por qué? ¿Cuál es el misterio de los sábados? Se inician mis investigaciones.

SEXO EN UN PARQUE

Estábamos ahí, ella y yo, sentados en el banco de un parque, solitario y oscuro a esa hora de la noche. Era la primera vez que nos veíam...