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sábado, 1 de junio de 2024

Lawrence Block


Hace tiempo conocí a Block leyendo el libro de relatos negros titulado American Noir (antologado por Otto Penzler y James Ellroy) con su cuento Como un hueso en la garganta. Ahora no recuerdo muy bien el argumento, pero era de un asesino en serie al que dictan sentencia y desde la cárcel envía y recibe cartas de admiradoras. De ese cuento saqué una frase que me tramó desde entonces y que escribí en un pedazo de cubierta de cuaderno. Lo tengo a la vista en mi escritorio:

"Una vez en marcha, resulta sorprendentemente fácil encontrar las palabras."

Voy a escribir esta frase en un afiche grande y lo pegaré en la pared, como recomienda Carver en un texto. Es una frase atractiva, sugestiva, y debe sembrarse en el subconsciente. De Block tengo en pdf las series de novelas de Bernie Rhodenbarr y Matt Scuder, y El sicario. Aún no las he leído. Más adelante lo haré con detenimiento. Block aparece en facebook. Yo le envié la invitación de amistad y me la aceptó. No sé si sea él quien maneje sus redes. Pero suele publicar, entre otras cosas de su trabajo como escritor, imágenes de conejos, ¡rabbits, rabbits!, probablemente por su simbología.


miércoles, 29 de mayo de 2024

Un lector de diarios


No tenía esperanzas de que me aceptaran el poema en la revista. Era un poema sin estilo, primerizo, burdo, falto de la fuerza y la lucidez necesaria para tratar el tema de que hablaba. Iba a dejarlo por aquí pero mejor lo eliminé.

Por otro lado, en Facebook había visto un post de la editorial Alba (colección rara avis) de un libro de Mónica Dickens, bisnieta de Charles Dickens. Se titulaba Un par de manos y lo busqué de inmediato en Google. Lo encontré en Google Books, pero tenía páginas suprimidas y no estaba completo. Comencé a leerlo y me cautivó su estilo llano, sencillo. Una novela de marcado tinte autobiográfico, narrada en primera persona por Mónica, su alter ego, una mujer estudiada y de muy buena posición, quien, harta de la vida que llevaba, decide buscar trabajo de cocinera o doméstica en el Londres de los años 30. Me han encantado los pocos capítulos que leí. Me pareció que estaba leyendo un diario, cuyo tema es el trabajo. Quizás por eso también me atrapó. Soy un lector de diarios. Me recordó a Diario de una camarera, de Mirabeau, pero siendo que este está escrito de una forma más compleja y rica en cuanto a descripción de caracteres, estados de ánimo, detalles pintorescos.

Abro la gaveta del escritorio y entre todas las cosas que hay allí (pedazos de papel, gafas de trabajo, una pequeña libretica, una memoria USB, cordones de cuero, unas llaves del carro, La oscuridad exterior de McCarthy, un perfume Magnat en su caja sin abrir), veo el encendedor y la cajetilla de cigarrillos Rothmans. 

Me quedaban sólo dos cigarros. Saqué uno, lo prendí, salí para el balcón y fumé allá viendo algunos vehículos que pasaban con su sonido deslizante sobre el pavimento y motos roncando; viendo la tersa oscuridad de un cielo sin estrellas, con una luna menguante brillando en lo alto y, abajo, la avenida solitaria, alumbrada por las luces de los postes. Hoy no había una sola de las prostitutas que se plantan en la otra orilla de la avenida pescando clientes.



viernes, 24 de mayo de 2024

Sobre la lectura en voz alta


"Como Plinio había explicado, las lecturas públicas del autor estaban pensadas no sólo para llevar el texto al público sino también para devolvérselo luego al autor. Sin duda, Chaucer corrigió el texto de Los cuentos de Canterbury después de sus lecturas públicas (tal vez poniendo en boca de sus peregrinos algunas de las quejas que había oído, como las del Hombre de Leyes, que encuentra pretenciosas las rimas de Chaucer). Moliere, tres siglos más tarde, acostumbraba a leer sus comedias a la criada. “Si Moliere hacía eso”, comentó el novelista inglés Samuel Butler en sus Notebooks [“Cuadernos”], “era porque el simple acto de leer su obra en voz alta le hacía verla con una nueva luz y, al obligarlo a fijar la atención en cada verso, la juzgaba con más rigor. Siempre me propongo leer en voz alta a alguien todo lo que escribo, y en general lo hago; casi cualquiera sirve, con tal de que no sea tan inteligente que me dé miedo. Cuando leo en voz alta encuentro enseguida los puntos débiles en pasajes que, cuando sólo leía para mis adentros, me parecían correctos”."

Alberto Manguel en Una historia de la lectura

Nota: leer también Manifiesto por la lectura y El infinito en un junco de Irene Vallejo, releer Manual de la lectura en voz alta de Jim Trelease. 

miércoles, 22 de mayo de 2024

Saltar al vacío


Siempre que escucho o veo un comentario en un vídeo donde preguntan ¿Qué país es ese?, me recuerda a Juan Rulfo y su cuento Luvina, donde el protagonista llega a ese pueblo remoto en compañía de su mujer y, con asombro resignado, le dice a ella: ¿Qué país es este Agripina? 

Acabo de ver un vídeo donde un joven estaba montado sobre una baranda metálica al borde de lo que parecía un puente, con la intención de suicidarse. El cielo azul de la tarde estaba encapotado de nubes grisáceas. Las pocas personas aglomeradas bajo la estructura le decían al joven que no se fuera a tirar, que pensara en su mamá, que la vida era muy bonita. Las voces tenían acento del interior de país. En la carretera se habían amontonado motos y algunos camiones. El joven miraba al vacío y agachaba la cabeza; a veces volvía el rostro hacia las personas que le decían palabras de aliento. Y yo pensando si aparecería la policía, si no lo iban a agarrar. Eso estaba algo alejado de la ciudad. El puente se extendía encima de un valle arbolado, circundado a lo lejos por una profusión de edificios y, más allá, una cadena de montañas. En un momento el joven se irguió. Tal vez se arrepienta de hacerlo. Las personas que abajo le hablaban alzaron la voz. El joven avanzó hacia delante. No sé por qué me sorprendí cuando saltó; era lo que pretendía. Guardaba la esperanza de que no lo hiciera. Pero, ¿quién soy yo para saber lo que va a pasar? 

Así acaba todo.

martes, 21 de mayo de 2024

Temprano en la madrugada


Hace unas horas llovió. No duró mucho. Yo estaba en el primer cuarto sentado ante el computador, escribiendo lo que había hecho en el día y escuchando música con los auriculares. La fuerte brisa fría que entraba por la ventana abierta me hizo dar cuenta que llovía. La lluvia no mojaba dentro porque caía contraria a la ventana. Pero recordé que en el otro cuarto también la ventana estaba abierta. Atravesé la penumbra del apartamento hasta el otro cuarto. La cama se estaba mojando y había una mancha húmeda en el centro del colchón, pero no estaba empapado. Al parecer, no hacía mucho que había empezado ha llover. Por la ventana del balcón de la sala también entraba el agua con la brisa y la cerré. Antes me había asomado. Las luces de las farolas iluminaban el pavimento de la avenida y brillaba con la humedad. Los relámpagos arañaban la oscuridad del cielo. Debí suponer que iba a llover. Fue una lluvia breve con bastante brisa.

    

sábado, 18 de mayo de 2024

Querida D


Querida D.:

Pensé escribir un relato,
uno probablemente malo
en el que dos seres solitarios
fueran protagonistas de una historia
de amor.
Se trata de un colombiano 
y una mexicana que se conocen 
en el chat de la carita feliz.
Él usa el nombre de un personaje
de una novela de Hesse; ella
el de una heroína flaubertiana.
Ella lo ve monologar en la sala de chat,
lee sus extravagancias, sus barbaridades,
a veces menciona nombres 
de escritores, títulos de libros.
Eso la ha cautivado y decide escribirle.
Él no es muy de hablar en privado,
pero al presentir en sus letras
el misterio de una belleza interior,
entra ya todas las noches 
con el fin de hablar con ella.
Y cada día lo seducen más las palabras
que ella le cuenta sobre su vida.
Y cada día la seduce más su locura
y la verdad con que él se desnuda ante ella.
La primera vez que se ven por cámara 
no hay sorpresa; se han hablado tanto 
de sí mismos 
que es como si ya se conocieran. 
Así comienza su idilio.
Él espera viajar a México cuando termine
la tesis de grado de la Universidad. 
Quiere rehacer su vida allá, junto a ella. 
Y ambos se contentan de momento 
contándose los sueños que planean 
realizar juntos: ir al cine, bailar 
hasta el cansancio, beber 
hasta perder el conocimiento 
y hacer el amor tan intensamente 
y en los lugares más inesperados
hasta que ella quede embarazada 
de trillizos.

Querida D.,
si te has dado cuenta
ya sabes que la historia 
se trata de nosotros dos.
Antes me enamoraba fácil,
sin verdadero amor;
era una atracción tosca
que buscaba salvarse de la soledad,
como si la soledad fuera un castigo,
una esposa amarga. Ahora
mi relación con ella es igual
a la de los novios que se aman
y se comprenden sin palabras,
de manera fiel. Y, como dicen: 
es mejor estar solo que mal acompañado.

Tú eres una mujer dulce y comprendes
la soledad de los demás, 
porque sabes cuán valiosa es la tuya.
La mirada con la que contemplas 
el dolor humano no se ha endurecido.
Te gusta la literatura, el arte...
Por eso me siento a gusto contigo.
Por eso te escribo estos versos.
Y por favor,
no repares en su pésima calidad;
mira más bien lo que te he dicho.
Con todo mi afecto,

C. A.

miércoles, 15 de mayo de 2024

Recordar

Todo primer intento siempre es el último. Hay que poner el alma en cada cosa que se haga.

SEXO EN UN PARQUE

Estábamos ahí, ella y yo, sentados en el banco de un parque, solitario y oscuro a esa hora de la noche. Era la primera vez que nos veíam...