-¿Eres InDriver? -preguntó ella. En los parlantes del carro sonaba con volumen bajo la canción Quiéreme, de Mickey Taveras.
-No -dije-. Esto lo hago en mi tiempo libre; para obtener un dinero extra.
-Pero ¿trabajas en alguna parte?
-Sí.
-¿Dónde?
-En el puerto de Cartagena.
-Ah... ¿Y qué haces allá?
Iba a decirle una palabra que los conocedores del oficio utilizan para "pordebajear" lo que hacemos, que es, básicamente, descargue y cargue de contenedores. Pero le dije:
-Soy operador portuario. Manejo Rich Stacker, una máquina enorme que parece un escorpión, que agarra los contenedores por los extremos superiores y los apila.
Ella se tragó el cuento.
-A los que trabajan en los puertos les pagan muy bien -dijo.
-No en todos los casos; pero en general, sí, así es -agregué.
-¿Llevas tiempo trabajando allí?
-Un año y cinco meses.
-¿Y tu mujer? -preguntó.
-¿Mi mujer? -dije, haciendo una mueca de risa.
-Sí, tu esposa. Ahora qué, ¿me vas a decir que no tienes?
-La verdad es que no.
-Por qué ustedes los hombres son tan mentirosos -dijo, y me miró con una sonrisa pícara en sus labios-. ¿Tampoco tienes hijos?
No quería que la cosa se complicara. Volví a mentir. Le dije que tenía una niña de cuatro años y un niño de siete. Le hablé en detalle de cómo eran mis supuestos hijos. Ella me escuchaba. A veces me interpelaba para decir: "Mi hija también es así..." o "Son tremendos". Y en eso estábamos, hablando de nuestros hijos, los ficticios míos y su hija real, cuando de pronto vimos una especie de animal que atravesó corriendo la carretera a una distancia de por lo menos veinte metros; no estaba tan cerca, pero la velocidad que llevaba me obligó a frenar de manera brusca.
-¿Estás bien, chica?
-Sí -dijo-. ¿Qué fue eso?
-Parecía un venado.
-No. Era como un perro. ¿Le viste los ojos?
-Sí.
Aquellos ojos eran de un rojo brillante y acristalado. Tal visaje no produjo en mí más que una ligera extrañeza, a diferencia de ella, que pareció sumirla en raros pensamientos: a partir de ese momento no habló más. Pasado un rato, cuando volteé de nuevo a verla, ya se había dormido. Yo intenté seguir concentrado en la oscura y vacía autopista.
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