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martes, 11 de junio de 2024

Un Bot

10 de junio

Hoy envié a una revista literaria virtual chilena tres poemas. Poemillas. Nada importante. Puro mostroseo. Estos fueron los datos de autor que puse:

Nombre (Cartagena de Indias, Bolívar, Colombia, 1991). Estudió Lengua castellana en la UDC. Vive en Cartagena de Indias. Es aspirante a escritor. Inédito. Tiene un blog de quinta donde publica sus pajas mentales, llamado Diario de la vulgaridad. Le gusta el realismo sucio y bizarro, pero también la alta literatura.

Qué pensarán los de la revista al ver estos datos apócrifos. Que ¿qué falta de respeto, de seriedad? O, ¿acaso le faltan dos dedos de frente a este pelmazo? En la actualidad, la era tecnológica, hay revistas virtuales que admiten este tipo de mames con la condición de que el texto sea bueno. Pero no sé qué tan seria sea esa revista, como tampoco sé qué tan aceptables estén mis escritos. Muy probablemente no los publicarán. El primer poemita está desprovisto de figuras literarias, es directo, sin rodeos de ninguna especie; el segundo trata de jugar un poco, como los ilusionistas, con la idea de que el que comienza hablando de lo que hablo en ese poema no tiene nada que decir; el tercero es demasiado inocente y blanco, sin colores, plano. Aunque he leído muchos así en revistas literarias virtuales independientes, por estas razones tal vez no los publiquen. Ya me estoy arrepintiendo de haberlos enviado. En la era de la inteligencia artificial, las revistas son reacias a publicar autores que nadie conoce y que se presentan bajo seudónimo. No venga a ser un Bot. Uajajajaja... 

lunes, 3 de junio de 2024

Un método de escritura


Había escrito mis textos a lápiz teniendo en mi cabeza una idea más o menos preconcebida y no muy clara. Sólo dos relatos (según yo los más logrados) son los que podrían someterse al juicio del editor de una revista. He averiguado qué concursos hay en Colombia y no he encontrado gran cosa. Está el concurso de cuento de la ciudad de Pupiales que entrega como siete millones de pesos al ganador (ya he leído algunos de los cuentos ganadores y no vi talento), y el Premio Nacional de cuento La Cueva, que me ha sorprendido, ya que entrega veinte millones de pesos al ganador, ¡nada menos! Leí el cuento ganador de su última edición y tampoco me convenció, no tenía giros sorpresivos ni momentos de iluminación, parecía un torrente de palabras bien engarzadas que intentaban ser eficaces pero hacían avanzar muy lento la historia, una historia contada de forma poco atractiva, sin una verdadera emoción contenida. En fin...

Los escritores nunca dicen cómo hacen sus cuentos, quizá porque muchos de ellos ni siquiera saben a ciencia cierta cómo llegan a crearlos. Voy a explorar un nuevo método para escribirlos. No sé si sea válido para mí abordar así la hechura de un cuento. No sé si vaya a matar la sorpresa y la naturalidad. Igual no se pierde nada. Este proceso consta de tres etapas que son:

1) Planificación, trabajo previo
2) Ejecución
3) Revisión y pulido

Planificación

-Concretar la idea, el argumento y el género. Poner en claro lo que se va a contar y cómo. Dejar que se cocine en mi mente, darle tiempo de maduración.

-Hacer un esquema, fijar la estructura.

-Pensar en el conflicto de la historia; descubrir todas sus facetas; buscar la forma más conveniente de presentarlo.

-Informarse sobre los agujeros negros (puntos débiles y confusos) de la historia.

Ejecución

-Escritura. Descripción de personajes, acciones, atmósferas, ambientes. Poner en marcha el trabajo previo. Darle forma.

-Dejar reposar. Olvidarse del escrito y volver a él tiempo después.

Revisión

-Detectar todo lo que falla, las incongruencias. Eliminar lo que no tenga que ver con la historia. Agregar lo que falte.

-Reescritura. Reescribir las veces que sean necesarias.

-Corrección de erratas, faltas de ortografía, sintaxis. Coherencia y cohesión. 

Si este método no da resultado, probar con otro; así hasta que se logre el objetivo de escribir un buen texto.

sábado, 1 de junio de 2024

Lawrence Block


Hace tiempo conocí a Block leyendo el libro de relatos negros titulado American Noir (antologado por Otto Penzler y James Ellroy) con su cuento Como un hueso en la garganta. Ahora no recuerdo muy bien el argumento, pero era de un asesino en serie al que dictan sentencia y desde la cárcel envía y recibe cartas de admiradoras. De ese cuento saqué una frase que me tramó desde entonces y que escribí en un pedazo de cubierta de cuaderno. Lo tengo a la vista en mi escritorio:

"Una vez en marcha, resulta sorprendentemente fácil encontrar las palabras."

Voy a escribir esta frase en un afiche grande y lo pegaré en la pared, como recomienda Carver en un texto. Es una frase atractiva, sugestiva, y debe sembrarse en el subconsciente. De Block tengo en pdf las series de novelas de Bernie Rhodenbarr y Matt Scuder, y El sicario. Aún no las he leído. Más adelante lo haré con detenimiento. Block aparece en facebook. Yo le envié la invitación de amistad y me la aceptó. No sé si sea él quien maneje sus redes. Pero suele publicar, entre otras cosas de su trabajo como escritor, imágenes de conejos, ¡rabbits, rabbits!, probablemente por su simbología.


miércoles, 29 de mayo de 2024

Un lector de diarios


No tenía esperanzas de que me aceptaran el poema en la revista. Era un poema sin estilo, primerizo, burdo, falto de la fuerza y la lucidez necesaria para tratar el tema de que hablaba. Iba a dejarlo por aquí pero mejor lo eliminé.

Por otro lado, en Facebook había visto un post de la editorial Alba (colección rara avis) de un libro de Mónica Dickens, bisnieta de Charles Dickens. Se titulaba Un par de manos y lo busqué de inmediato en Google. Lo encontré en Google Books, pero tenía páginas suprimidas y no estaba completo. Comencé a leerlo y me cautivó su estilo llano, sencillo. Una novela de marcado tinte autobiográfico, narrada en primera persona por Mónica, su alter ego, una mujer estudiada y de muy buena posición, quien, harta de la vida que llevaba, decide buscar trabajo de cocinera o doméstica en el Londres de los años 30. Me han encantado los pocos capítulos que leí. Me pareció que estaba leyendo un diario, cuyo tema es el trabajo. Quizás por eso también me atrapó. Soy un lector de diarios. Me recordó a Diario de una camarera, de Mirabeau, pero siendo que este está escrito de una forma más compleja y rica en cuanto a descripción de caracteres, estados de ánimo, detalles pintorescos.

Abro la gaveta del escritorio y entre todas las cosas que hay allí (pedazos de papel, gafas de trabajo, una pequeña libretica, una memoria USB, cordones de cuero, unas llaves del carro, La oscuridad exterior de McCarthy, un perfume Magnat en su caja sin abrir), veo el encendedor y la cajetilla de cigarrillos Rothmans. 

Me quedaban sólo dos cigarros. Saqué uno, lo prendí, salí para el balcón y fumé allá viendo algunos vehículos que pasaban con su sonido deslizante sobre el pavimento y motos roncando; viendo la tersa oscuridad de un cielo sin estrellas, con una luna menguante brillando en lo alto y, abajo, la avenida solitaria, alumbrada por las luces de los postes. Hoy no había una sola de las prostitutas que se plantan en la otra orilla de la avenida pescando clientes.



viernes, 24 de mayo de 2024

Sobre la lectura en voz alta


"Como Plinio había explicado, las lecturas públicas del autor estaban pensadas no sólo para llevar el texto al público sino también para devolvérselo luego al autor. Sin duda, Chaucer corrigió el texto de Los cuentos de Canterbury después de sus lecturas públicas (tal vez poniendo en boca de sus peregrinos algunas de las quejas que había oído, como las del Hombre de Leyes, que encuentra pretenciosas las rimas de Chaucer). Moliere, tres siglos más tarde, acostumbraba a leer sus comedias a la criada. “Si Moliere hacía eso”, comentó el novelista inglés Samuel Butler en sus Notebooks [“Cuadernos”], “era porque el simple acto de leer su obra en voz alta le hacía verla con una nueva luz y, al obligarlo a fijar la atención en cada verso, la juzgaba con más rigor. Siempre me propongo leer en voz alta a alguien todo lo que escribo, y en general lo hago; casi cualquiera sirve, con tal de que no sea tan inteligente que me dé miedo. Cuando leo en voz alta encuentro enseguida los puntos débiles en pasajes que, cuando sólo leía para mis adentros, me parecían correctos”."

Alberto Manguel en Una historia de la lectura

Nota: leer también Manifiesto por la lectura y El infinito en un junco de Irene Vallejo, releer Manual de la lectura en voz alta de Jim Trelease. 

miércoles, 22 de mayo de 2024

Saltar al vacío


Siempre que escucho o veo un comentario en un vídeo donde preguntan ¿Qué país es ese?, me recuerda a Juan Rulfo y su cuento Luvina, donde el protagonista llega a ese pueblo remoto en compañía de su mujer y, con asombro resignado, le dice a ella: ¿Qué país es este Agripina? 

Acabo de ver un vídeo donde un joven estaba montado sobre una baranda metálica al borde de lo que parecía un puente, con la intención de suicidarse. El cielo azul de la tarde estaba encapotado de nubes grisáceas. Las pocas personas aglomeradas bajo la estructura le decían al joven que no se fuera a tirar, que pensara en su mamá, que la vida era muy bonita. Las voces tenían acento del interior de país. En la carretera se habían amontonado motos y algunos camiones. El joven miraba al vacío y agachaba la cabeza; a veces volvía el rostro hacia las personas que le decían palabras de aliento. Y yo pensando si aparecería la policía, si no lo iban a agarrar. Eso estaba algo alejado de la ciudad. El puente se extendía encima de un valle arbolado, circundado a lo lejos por una profusión de edificios y, más allá, una cadena de montañas. En un momento el joven se irguió. Tal vez se arrepienta de hacerlo. Las personas que abajo le hablaban alzaron la voz. El joven avanzó hacia delante. No sé por qué me sorprendí cuando saltó; era lo que pretendía. Guardaba la esperanza de que no lo hiciera. Pero, ¿quién soy yo para saber lo que va a pasar? 

Así acaba todo.

martes, 21 de mayo de 2024

Temprano en la madrugada


Hace unas horas llovió. No duró mucho. Yo estaba en el primer cuarto sentado ante el computador, escribiendo lo que había hecho en el día y escuchando música con los auriculares. La fuerte brisa fría que entraba por la ventana abierta me hizo dar cuenta que llovía. La lluvia no mojaba dentro porque caía contraria a la ventana. Pero recordé que en el otro cuarto también la ventana estaba abierta. Atravesé la penumbra del apartamento hasta el otro cuarto. La cama se estaba mojando y había una mancha húmeda en el centro del colchón, pero no estaba empapado. Al parecer, no hacía mucho que había empezado ha llover. Por la ventana del balcón de la sala también entraba el agua con la brisa y la cerré. Antes me había asomado. Las luces de las farolas iluminaban el pavimento de la avenida y brillaba con la humedad. Los relámpagos arañaban la oscuridad del cielo. Debí suponer que iba a llover. Fue una lluvia breve con bastante brisa.

    

Realismo

   Realismo uno    En todos los idiomas y en todos los tonos se discute este concepto: realismo. Se lo confunde con naturalismo fotográfico;...